Hoy nuestra consulta tiene que ver con la voluntad del Creador y el libre albedrío individual. ¿Cómo reconciliamos la idea de que somos partes individualizadas del Creador, imbuidas de libre albedrío cuando, como seres cristalizados de polaridad positiva, se nos dice que cumplamos la voluntad del Creador?

(Canaliza Jim)

Soy Q’uo, y os saludamos hoy en el amor y en la luz. Como siempre, es un gran honor y un privilegio poder unirnos a vuestro círculo de búsqueda. Os damos las gracias por habernos invitado a estar presentes. Como siempre, os pedimos que uséis vuestro discernimiento acerca de cada palabra que digamos, para que podamos hablar libremente sin la preocupación de que pudiéramos infringir vuestro libre albedrío, porque de hecho lo que vamos a debatir hoy aquí es el libre albedrío, y queremos que vuestro libre albedrío permanezca intacto.

Si consideraseis el concepto del Único Creador antes de que se iniciara la creación, antes de que existiese, no tendríais luz ni oscuridad, ni forma ni sombra, ni tiempo ni espacio, tendríais infinidad. Esa infinidad sería todo lo que habría—no habría nada más.

Dentro de esa infinidad—una inmensidad en todos aquellos aspectos que podáis considerar que describen lo infinito—se produce de algún modo un primer movimiento a un estado del ser que podríais calificar de consciente. Esta infinidad empezó entonces a discernirse a sí misma de una manera que sobrepasa el entendimiento.

Sin embargo, nuestros maestros nos han señalado que esta infinidad se hizo consciente de lo que podríais llamar deseo, o voluntad. Nació entonces un concepto que se convirtió en lo que podríais llamar una paradoja o una distorsión; Un movimiento que se alejaba de la naturaleza completamente unificada de la infinidad inteligente. Esta concepción de la voluntad, libremente ejercida, pasó entonces a interesarse en cómo podría llegar a ser más de lo que era. Aquello constituía una reflexión acerca de sí misma; La determinación de una inteligencia dentro de esa infinidad de que podría haber más de lo que había en ese momento; De que podría explorarse la naturaleza de esa infinidad que es consciente, que posee voluntad, y que puede ejercerla libremente.

Así se hizo lo que podríais llamar toda la creación infinita; Un reflejo del Creador, y sin embargo diferente del Creador, en la que había muchos, una infinidad de muchos; Fue debido a la capacidad del Creador para concebir a muchos, para crear a muchos, e imbuir a cada parte de esos muchos con el mismo albedrío, libremente dado y capaz de ser ejercido libremente; De esta forma, nació la creación en su forma más primigenia, formada por cada una de esas partes del Creador Infinito, de esta infinidad inteligente; De modo que a lo largo de lo que podríais denominar una infinidad de universos o creaciones, existieron entidades que reflejaban la naturaleza del Creador.

Estas entidades eran lo que podrías llamar estrellas o Logoi. Cada Logos tuvo entonces la capacidad de reflejar la naturaleza infinita del Creador, y de proseguir investigando la naturaleza del Creador como infinita, inteligente y ejercitando esa inteligencia para descubrir más sobre sí misma—más de lo que era.

A continuación, cada Logos fue libre también para crear nuevas ampliaciones de la naturaleza del infinito inteligente de una manera similar, y ulteriores ampliaciones de cada Logos mismo. La cualidad del ser contenía la unidad de todo lo que hay dentro de cada porción de sí mismo, de modo que a lo largo de este universo infinito de Logoi siguió ejerciéndose el libre albedrío para descubrir cada vez más la naturaleza de la creación única, de modo que cada Logos fue capaz de crear a su alrededor el equivalente o análogo de sí mismo en la forma de lo que llamaríais planetas que giran alrededor de cada Logos en una determinada órbita circunscrita—o en relación con el Logos y con cada otro planeta, y de una manera menos discernible, a todos los demás Logos y planetas, y de hecho con el Creador Uno Infinito, o infinito inteligente, porque todavía estamos en una creación unificada.

Se produjo una individualización aún mayor de la creación. Sobre cada esfera planetaria existían las entidades de la tierra, el viento, el fuego y el agua, imbuidas de análoga consciencia de sí mismas y del libre albedrío consiguiente. Estas características son constitutivas de cada parte de la creación en su individualización hacia lo que podríamos llamar reproducciones cada vez más pequeñas del infinito inteligente. Así tuvo lugar el comienzo del proceso de la evolución, conforme la conciencia de porciones más pequeñas de la tierra, del viento, del fuego y del agua comenzaron a instruirse mutuamente sobre cómo convertirse en mar, río, montaña, tierra, aire incandescente que sopla y quema, en un estado intemporal o atemporal. Así tuvo comienzo la creación, y después, dentro de esta creación, se produce el movimiento de la consciencia a lo largo de una línea ascendente de luz en espiral desde un nivel de vibración al siguiente.

En este momento quisiéramos transferir este contacto al conocido como Steve. Somos los de Q’uo.

(Canaliza Steve)

Soy Q’uo y estoy con este instrumento. Quisiéramos comenzar nuestra comunicación a través de este instrumento pidiendo a este instrumento y a los aquí presentes que se coloquen dentro de esta luz en espiral ascendente y se pregunten de quién surge la espiral de ese modo, y también hacia quien tiende o se dirige la espiral.

Queridos amigos, la respuesta a la pregunta en ambos casos es vosotros. Sois vosotros los que al buscar dais vida a la espiral con vuestra vitalidad, con vuestra intención y vuestro deseo; Y sois vosotros quienes recibís esta intención, este deseo, como un don. Es el don de lo que llamáis vida, es el don de ese movimiento primigenio que, viniendo a través vuestro, tiene su origen en un punto más allá de vosotros, y tiene como destino un punto que también parece estar más allá vuestro.

Pero vosotros estáis constituidos dentro de este bifurcado más allá, sea desde dondequiera y hacia dondequiera. Por lo tanto, puede decirse que verdaderamente sois tanto seres creados como creadores. Es cierto decir que como seres creados, lleváis lo que os es propio, y si queréis podéis llamar a esto vuestra voluntad. Pero también es cierto decir que al igual que el Creador participáis de esa condición ilimitada a la que nos hemos referido como infinito, y el infinito carece intrínsecamente de los límites que pudiera reclamar una voluntad específica. Sin embargo, la voluntad que se constituye en la vasta complejidad de la creación, y se ve a sí misma distinta a otras innumerables voluntades, siempre quiere algo más, siempre quiere algo unificado, siempre quiere algo más allá de todo límite, más allá de lo numerable: quiere el infinito.

El punto de dificultad para las criaturas que aspiran a avanzar en la línea de la evolución espiritual es cuestión de discernimiento en cuanto a la determinación que debe tomarse respecto a lo siguiente: Del deseo de evolucionar, ¿qué pertenece a la mera condición de criatura, las meras circunstancias de la búsqueda del individuo, y qué pertenece a aquello que llama a la criatura que busca, a aquello que inspira a la criatura que busca, aquello que cumplirá la finalidad de la búsqueda?

Ahora bien, plantear el asunto de esta manera parece a primera vista no ser muy útil porque, después de todo, uno querría mejorar su búsqueda, y no se puede concebir lo que sería “buscar mejor” sin un concepto más claro de los criterios según los cuales se puede discriminar lo mejor de lo peor. Eso parecería implicar un juicio sobre lo que es peor y, dependiendo de ese juicio, una concepción de lo que podría ser, en contraste, mejor. A falta de una concepción clara de lo que sería mejor, uno se queda simplemente con una sensación de insuficiencia del estado actual de su ser. Así, la gran aspiración espiritual prosigue y, queridos amigos, quisiéramos decir que continúa mucho más allá del nivel de la tercera densidad buscando en la cuarta, en la quinta, en la sexta y, somos cada vez más conscientes de ello, incluso más allá.

No se tiene una concepción perfectamente clara del destino de la búsqueda espiritual. Y a falta de ello, no se puede decir en qué consiste con objeto de satisfacer el criterio de claridad en la búsqueda de un modo tal que se pudiera aplicar un concepto a la noción de cual pudiera ser en sí misma la voluntad del Creador.

Sin embargo, al reflexionar sobre toda esa cantidad de deseos que habéis experimentado en vuestra vida, y cuando o dais cuenta de que deseo tras deseo han derivado en más y más deseo aún—y sucede de tal manera que a veces se hace claro para vosotros que en la existencia del deseo hay una diferenciación que emerge, brumosa al principio pero más clara a medida que avanza, de que algunos deseos son más capaces de expresar elocuentemente vuestro ser, más capaces de encontrar caminos a expresiones creativas de ese ser— puede que sintáis que el ser que estáis aprendiendo a expresar es cada vez menos limitado, cada vez más integrador. Puede que comencéis a pensar en una trayectoria de búsqueda que permita que la voluntad que estás aprendiendo a canalizar desde esas fuentes en las raíces de vuestro ser encuentre un hogar o un destino que parezca converger con expresiones más elocuentes de lo que significa tener voluntad.

Y cuando se aprende a converger con otros hilos de voluntad que se hallan en vuestra proximidad inmediata, es motivo de alegría. Y al encontrar esta alegría, uno se ve estimulado a aspiraciones cada vez más altas. En algún momento se hace posible pensar en un pensamiento que parezca sugerir una voluntad que abarque todas las voluntades posibles: es un pensamiento que, quisiéramos sugerir, puede denominarse la voluntad del Creador o, si lo preferís, una voluntad creativa en sí misma, o la creatividad perfecta en la voluntad.

Y así, se puede entonces reflexionar sobre todos los hilos sueltos del desear—todos los deseos extraviados y perdidos que en conjunto distinguen la experiencia de vida mientras la vivís en esta oportunidad particular de vivir que se os ha dado al encarnar—y podéis daros a vosotros mismos el regalo de daros cuenta de que la unidad es posible.

Queridos amigos, en el deseo mismo hay un impulso 1, o un esfuerzo instintivo hacia la unidad. El amor puede disfrutar del nombre de esta unidad desde el momento en que el deseo se orienta en su dirección. En muchos casos pudiera parecer que esta dirección toma la forma del objeto específico de ese amor, toma la forma de lo amado. Hay muchas cosas que amar, y resulta fácil para el alma que está aprendiendo a encontrar su camino volar de flor en flor por así decirlo, aunque es algo más difícil descubrir que dentro de una sola flor hay reflejo bastante del infinito como para ocupar toda una vida. Uno mira a los ojos de la persona amada y lo que uno ve no es sino al Creador devolviéndole la mirada. Cuando el Creador devuelve la mirada a la criatura, la criatura puede comenzar a devolver la mirada al Creador de forma creativa.

Queridos amigos, quisiéramos sugeriros que esta es una ocasión de oro. Poniendo lo mejor de nosotros mismos para exponer la materia, este es el propósito de la creación: que al Creador se le dé la oportunidad de mirarse a sí mismo desde un punto de vista que en principio no parezca estar presente en el yo. En este pensamiento hay una profundidad que no hemos sondeado, pero en este pensamiento hay una profundidad que nos ha parecido muy inspiradora. Por lo tanto, os diremos que la pregunta que habéis planteado hoy es inagotable, y que debe considerarse relevante para el misterio, hasta su misma esencia.

La voluntad del Creador, la voluntad de la criatura, son, desde el punto de vista de la creación, en último término no precisamente dos, sino una; No sólo una, sino dos. Somos conscientes de que es probable que esta no sea una respuesta completamente satisfactoria, pero también somos conscientes de que cuando se trata de explicar el misterio de la creación, ninguna respuesta puede ser completamente satisfactoria.

Somos los de Q’uo y quisiéramos regresar al que conocemos como Jim, con el fin de abordar cualquier otra pregunta que puedan tener en mente los aquí presentes. Adonai, queridos amigos, Adonai.

(Canaliza Jim)

Soy Q’uo y estoy de nuevo con este instrumento. Damos las gracias al que conocemos como Steve por su excelente servicio esta tarde, y nos gustaría preguntar a los aquí reunidos si habría alguna consulta adicional de la que pudiéramos hablar.

Q’uo, mencionaste acerca del infinito que éste discernió un concepto que incluía la noción de que era más de lo que era, o que podía explorar más de lo que era, y que podía dedicarse a una contemplación de sí mismo. Así nació, a través del libre albedrío, la creación.

Me llamó la atención una metáfora que podría ayudar a que esta situación tenga sentido para nuestras mentes de tercera densidad, y me gustaría que comentaseis sobre esa metáfora. Es casi como si la creación fuera un ensueño, o un acto de imaginación de la mente del infinito, por así decirlo. No exactamente una imaginación ni un ensueño que pudiéramos percibir, sino un ensueño auto-animado en el que cada parte del ensueño está investida de libre albedrío para escoger su manera de explorar la multitudinariedad, y su manera de despertar del ensueño a la verdad.

En otras palabras, el infinito inicia el ensueño, y el ensueño mismo dirige su propio espectáculo, con cada una de sus partes terminando el ensueño cuando están listas y son capaces de hacerlo. Es tal vez similar a los autores que escriben ficción, donde personajes de todo tipo cobran vida y asumen su propia personalidad y su propio plan dentro de la imaginación del autor que escribe la ficción. ¿Podéis comentar esta metáfora?

Soy Q’uo y podemos, hermano, y estaríamos encantados de hacerlo. Encontramos que, de hecho, el que la creación pueda verse como una especie de sueño es una metáfora apta. Sin embargo, no es como lo que se desvanece o se disuelve con la llegada del día y de la noche en los ciclos de ambos. Porque dentro de toda la creación—bién sean las entidades de las que hablamos grandes, como los Logos; más pequeñas, como vosotros; o incluso microscópicas en vuestra realidad—cada compendio de energía tiene no sólo libre albedrío, sino que tiene una duración de, digamos, el tiempo a través del cual puede gastar la energía de la que se halla investido en su propio camino personal de búsqueda del Único Creador del que surgió.

Así, cada porción de la creación infinita se mueve de una manera cíclica, una especie de ritmo, digamos, para que tenga la capacidad y la oportunidad de gastar las energías que se le han dado en el proceso de expresar su propia individualidad y luego, en última instancia, fundiendo esa individualidad con el Único Creador una vez más, ello de tal modo que se le ofrezca la oportunidad de ejercer su libre albedrío de cualquier manera que elija.

Sin embargo, también se da el caso de que al crearse una infinidad de expresiones por la infinidad de entidades en la creación, hay una pauta que transcurre a través de las densidades, para que cuando el complejo espiritual se añada a la mente y al cuerpo en la experiencia de tercera densidad, sea en este momento que aquello que has denominado como la renuncia del libre albedrío del pequeño yo para hacer la voluntad del Creador, se convierta en una posibilidad.

Y cada entidad que avanza más allá de la tercera densidad, de alguna manera, ha hecho esto, lo podríamos llamar un canje, o un intercambio, o una amplificación, o una diferenciación de la voluntad individual dada por el Único Creador para, una vez más, volver luego al Creador de una manera que podría considerarse como un ejercicio de la voluntad del Creador.

Paradójicamente, ¿existe alguna otra voluntad que ejercitar? Así, todo comienza y termina en el misterio.

¿Hay alguna otra pregunta, hermano?

Ha sido excelente, gracias. Hay otra pregunta, probablemente una de las preguntas casi imposibles de responder, y esa es la cuestión del por qué.

Hay esta infinidad que no puede definirse porque lo es todo, no hay nada fuera de esta infinidad con la cual compararla. Esta infinidad discierne un concepto y decide crear esta vasta ilusión— intrincada hasta más allá de nuestra comprensión, con sus propios sistemas internos, reglas e ilusiones de espacio, tiempo y entidades, y sin embargo es una ilusión; El infinito es [en realidad] como un todo, completo y perfecto. No se puede mejorar; No se puede reducir; Y sin embargo, crea este sueño.

Los místicos dicen que la razón del sueño es que es una especie de juego, o incluso un fingir. Ra dice que el Creador desea conocerse a sí mismo. ¿Podemos profundizar más en el por qué de la creación?

Soy Q’uo y estoy al tanto de tu consulta, hermano, y apreciamos la reflexión que entraña, ya que, de hecho, estás ahondando profundamente en la fibra misma del Único Creador, y de la creación. Sin embargo, quisiéramos de algún modo tomar en consideración contigo una pequeña cuestión, y es que cuando se hizo la creación, se hizo para que el Creador pudiera conocerse a sí mismo, pudiera disfrutar haciéndolo, pudiera entretenerse como lo hace, pero también con la esperanza de que pudiera ser realzada, porque este es el gran anhelo del libre albedrío que hay dentro del Creador y dentro de cada una de sus partes en la creación Infinita. Desea saber lo que el libre albedrío es capaz de producir, digamos, por cada una de las porciones que ha creado.

¿Puede haber mayor diferenciación cuando se otorga el libre albedrío a toda una serie infinita de entidades? Porque si no hubiese creación, y sólo permaneciera el infinito inteligente, y no estuviera dispuesto a hacer más que ser, eso quizás sería infinitamente aburrido. Pero, siendo como es lúdico, curioso e inteligente, el Único Creador hizo lo que denominamos una creación infinita para que pudiera haber, como tu dices, el Maya, el juego, la obra; Y en esta representación todos serían actores en el escenario en todo momento, y habría muchas historias, muchas experiencias más allá de lo imaginable; Y así el Creador aprendería, siendo el ser curioso que es.

¿Hay alguna otra pregunta de la que podamos hablar, hermano?

Cuando uno trata de pensar en el infinito inteligente, no hay conceptos realmente positivos que puedan aplicarse; Uno se topa [con] la necesidad de hablar en términos negativos acerca del infinito inteligente. El infinito inteligente no tiene espacio para sí, no está en ninguna parte; No tiene tiempo para sí, no es joven o viejo, no hay un cuando; No tiene fronteras, no tiene límites; No tiene principio ni fin; No tiene cualidades; No es sujeto ni tiene objeto. Así no hay manera de saberlo, porque saber algo es compararlo con alguna otra cosa. 2

¿Hay algo significativo que pueda decirse acerca de este asunto, acerca de lo que es la infinidad inteligente? ¿Que es lo que estaba haciendo, por así decirlo, antes de que discerniera el concepto del libre albedrío?

Soy Q’uo y estoy al tanto de tu consulta, hermano. Es cierto, como dices, que el Creador, el Único infinito inteligente, no tiene ninguna de esas cualidades, pero, paradójicamente, también es cierto que tiene todas esas cualidades, porque las crea; Y, ¿que es lo que estaba haciendo antes de que las creara? Nada más que ser.

¿Hay alguna otra pregunta, hermano?

Una pregunta final, Q’uo. Ha sido muy esclarecedor, gracias. Sobre el ser, dijiste: “¿Qué estaba haciendo? Estaba siendo.

De lo que Ra llama el infinito inteligente, los místicos dicen que es el YO SOY, y eso es realmente todo lo que se puede decir en última instancia: es la cualidad de existir, es la cualidad de ser. ¿Hay algo más comprensible que pudiera decirse acerca de lo que es la cualidad de existir y la cualidad de ser?

Soy Q’uo, hermano, y sugerimos que cada entidad, ya sea el místico o el simple buscador dentro de la tercera densidad que todavía tiene que expandir su mente para incluir preguntas tales como las que consultas, en algún momento puede aproximarse a la comprensión del Creador Uno Infinito. En algún momento, cada parte individualizada de la creación experimentará el sacramento de la presencia plenamente experimentada del Creador Infinito, y entonces podrá responder a todas estas preguntas por sí misma. Ese es el misterioso viaje en el que cada uno de vosotros, y todas las entidades, estáis comprometidos en todo momento, consciente o inconscientemente. Esta es la obra, éste es el juego, ésto es aquel que busca al Uno a través del infinito y lo encuentra dentro de sí.

¿Hay alguna consulta final en estos momentos?

Q’uo, voy a aprovechar esta oportunidad y preguntar: ¿Es posible que el infinito inteligente pueda terminar, o concluir este experimento particular que comenzó con tres distorsiones: el libre albedrío, el amor y la luz—y avanzar, por así decirlo, a un nuevo experimento con nuevas distorsiones que pueden estar más allá de cualquier posible conceptualización de nuestras mentes?

Soy Q’uo y estoy al tanto de tu consulta, hermano. De hecho, hay porciones del Único Creador, varios Logos a lo largo de la creación Infinita que, a medida que las diversas densidades u octavas de densidades se condensan en lo que vosotros llamaríais un “agujero negro”, han hecho precisamente lo que has supuesto que sería posible; Hay más creaciones que difieren de las vuestras y que en estos momentos están en movimiento, digamos, y son tan dispares con lo que experimentáis que el intelecto y la imaginación se tambalearían ante tal experiencia.

Queremos agradecer a cada entidad aquí presente, dentro de este círculo, por participar en esta serie maravillosamente intensa y emocionante de preguntas e interrogantes, y por compartir y extender el yo más allá de los límites normales, que es lo que ha ocurrido esta tarde. Os estamos muy agradecidos por solicitar que estemos presentes. Encontramos estos momentos en los que unimos nuestras energías con las vuestras de lo más estimulantes y significativos para nosotros, porque ésta es nuestra manera de estar al servicio del Único Creador en cada uno de vosotros.

En estos momentos vamos a despedirnos de este instrumento. Os saludamos a cada uno de vosotros en el amor y en la luz del Creador Uno Infinito. Adonai, queridos amigos, Adonai Vasu Borragus.


  1. Impulso (sustantivo): un intento o esfuerzo hacia una meta o logro particular. 

  2. El que consulta admite que hablar del Uno en términos negativos sólo es una forma sutil de dualismo.