Entender las diferencias irreconciliables, establecer límites en las relaciones que causen daño y sanar los puntos de vista divergentes; el servicio de un errante en una creación de perfección fundamental; saber distinguir la impronta de la intuición y del yo superior.

(Canaliza Trisha)

Somos los de Q’uo, y estamos con este instrumento y este grupo en este momento. Hoy nos reunimos con vosotros con gran alegría y emoción al ver un círculo de buscadores unidos por el amor y la amistad, y en un viaje compartido para descubrir la unidad que constituye el núcleo de la creación. Apreciamos los vínculos y el ambiente de confianza que ha sido propiciado por esta configuración en particular. 1 Y sentimos profunda gratitud por habernos invitado a entrar en contacto con vosotros en esta ocasión.

Antes de responder a las preguntas, quisiéramos hacer nuestra petición habitual: que el buscador que lea o escuche estas palabras tome sólo lo que resuene con él y olvide lo que no lo haga. Si nos concedéis esta petición, tendremos al responder un sentido mayor de pureza, sinceridad y libertad, sabiendo que cada buscador seguirá, finalmente, su propia intuición y descubrirá su propio camino.

Y con inmenso aprecio por este grupo, nos gustaría preguntar, en este momento, si hay alguna pregunta sobre la cual podamos hablar. Somos los de Q’uo.

Gracias, Q’uo. Hay un par de preguntas. La primera se refiere a las personas que estuvieron vinculadas a nosotros en nuestras vidas, ya sea por ser miembros de la familia o antiguos amigos o ex parejas románticas, que suponen un reto al interpretar experiencias que aparentan ser tan dispares. Podría parecer que no hubiera puente alguno que tender para encontrar un punto en común. Estos catalizadores se aferran a veces a nuestro plexo solar como si fueran zarzas con espinas, en el sentido de que hay mucho que cortar y desprender.

Mi pregunta es: ¿qué hay que hacer para que uno quede limpio de los amagos belicosos de estos otros-yo? ¿Que hay que hacer para limpiar nuestra reserva energética? ¿Y cuál es el propósito de esta relación? Gracias.

Somos los de Q’uo, y estamos al tanto y agradecidos por esta consulta, hermana mía. Estas relaciones y dinámicas que describes constituyen el sello distintivo de la experiencia de la entidad de tercera densidad: que habrá malentendidos o versiones no equitativas de la realidad, que presenten a los dos o a muchos en esta dinámica, la oportunidad de expresar estas respuestas belicosas, estas emociones de ira y malicia. Y utilizamos esas palabras sin una connotación que juzgue. Porque ese tipo de emociones y acciones no son más que distorsiones de esa verdad que es el amor. Sin embargo, comprendemos que la forma en que se experimentan puede resultar a menudo dolorosa y confusa. Así pues, compartimos contigo esta experiencia, y queremos expresarte que no eres la única que la experimenta.

Estas dinámicas que hay en marcha son quizás las gemas con más potencial, las oportunidades más valiosas de aprendizaje: la gran lección de la aceptación y el amor. Y así, quizás podríamos sugerir en primer lugar que la forma en la que uno puede entrar en esta dinámica y enfrentarse a ella sea realizar el ejercicio espiritual de amar, aceptar y perdonar, y quizás también de entender, cosa que sabemos que puede llevar algún tiempo.

Porque cuando las realidades parecen tan discordantes, quizás parezca imposible hacer que se alineen; pero podemos afirmar que el Creador tiene, con Su poder y libertad, la capacidad de crear realidades que sean a la vez discordantes y alineadas, diferentes pero iguales.

Comprendemos que eso quizá no suponga liberarse del modo en que vosotros lo veis, en cuanto a darle sentido a la situación. Sin embargo, lo decimos aquí simplemente como una manera de proporcionaros quizás algo de consuelo al saber que, aunque la realidad de este otro yo está fuera de vuestra propia experiencia, sigue siendo válida y [sigue siendo] la suya, y porque el hecho de que estas dos realidades desiguales parezcan chocar, se trata de una manifestación intencionada del Creador.

Esa fuerza que arrastra a estas dos realidades a juntarse puede parecer, en vuestra opinión, violenta o belicosa, pero en realidad en el fondo de esta fuerza reside el amor. Ved ese magnetismo que une a estas dos como algo que sirve de ayuda para descubrir la realidad, la verdadera realidad que va más allá de lo que nosotros nos contamos a nosotros mismos, de lo que vosotros os contáis a vosotros mismos. La realidad es que no sois más que dos extensiones del Creador navegando por esta ilusión, que es muy tupida y está repleta de malentendidos.

Y así, mientras te acercas a este (que quizás podrías ver como un) campo minado, pon fe y confianza en lo que constituye tu ser, lo que te dice tu intuición, lo que expresa tu verdad, que es amor. Sabed que cuando os aproximéis a esta situación, estaréis siendo apoyados.

El universo siempre apoya. Y aunque a veces sea difícil de entender, y aunque parezca absolutamente ajeno a vuestra realidad, tened fe y sabed que esa es la auténtica realidad. Y una vez que tengáis fe y caminéis valientemente en esa verdad, podréis empezar a ver al otro yo con los ojos de, digamos, un padre afectuoso pero preocupado. Alguien que puede ver el daño, que puede ver la confusión, y luego puede darse cuenta de que, aunque las realidades puedan ser diferentes, en el fondo esas emociones son a menudo reflejo de nuestras propias emociones.

En esta dinámica, ¿te has sentido confusa? ¿Te has sentido herida? ¿Has sentido ira? ¿Has sentido aflicción? Podríamos sugerir que esos sentimientos dentro de ti, casi con toda seguridad, se están manifestando en el interior del otro yo dentro de su experiencia. Todas las situaciones que derivan en este tipo de catalizador combativo contienen estas emociones, aunque puede que una u otra parte no las reconozcan fácilmente. Pueden estar profundamente veladas. Pero existen. Y así, en esta experiencia, cuando consigues ver al otro con mirada afectuosa y empática, te sugerimos que intentes abrirle espacio al perdón.

Por perdonar, no queremos decir que debas permitir que ese otro yo se meta en tu vida sin límite alguno. Y hablaremos más sobre límites en unos momentos. Pero si lo perdona, perdónalo por su dolor, por tu dolor, perdónalo por sus malentendidos, perdónalo por tus malentendidos, y llévalo en tu corazón con amor y cuidado genuinos. De nuevo, los límites tendrán su papel en este cuidado y ese amor. Porque no puedes quitarle de encima la responsabilidad y las lecciones al otro yo, pero puedes amarlo por lo que es.

Todos somos extensiones perfectamente imperfectas del Creador. Tenemos nuestros defectos. Están diseñados divinamente para que podamos probarnos, por así decirlo, unos a otros. Para que choquemos unos con otros. Para que creemos fricción. Y en esos momentos de fricción y en esos momentos de tensión, siempre habrá lugar para el desahogo. Siempre habrá lugar para sanar. Siempre habrá lugar para alcanzar una comprensión más profunda y un amor y aprecio más profundos en los momentos que nos brinden estas cosas.

Y así, amiga mía, sentimos profundamente que hay quienes experimentan estas dinámicas; que a veces estas dinámicas, estas relaciones, no sanan fácilmente. Sólo te sugeriríamos que, en tu propio proceso, tengas no solamente misericordia para con el otro, sino también misericordia para contigo misma. Que cada vez que te pongas nerviosa o que te parezca que no estás a la altura de lo que quieres ser, reconocerlo es crecer. Que seas capaz de ver lo que te esfuerzas por ser, es crecimiento y representa una vibración positiva dentro de ti, que te impulsa hacia adelante, hacia esa meta elevada, hacia esa meta de rectitud, hacia esa meta centrada en el puro amor. Y amiga mía, eso está a tu alcance. Todo lo que necesitas es encontrarlo dentro de ti, encontrar ese centro de amor, de aceptación incondicional dentro de ti que sabe que cualquier cosa que llamemos realidad es sólo pintura en las paredes. Son sólo cortinas en las ventanas que asoman a la verdad, la cual no es otra cosa que esta creación de amor que constituye la estructura en la que todo existe.

En este momento, vamos a despedirnos de este instrumento y transferir nuestro contacto al que conocemos como Gary para que ese instrumento pueda continuar con la respuesta a esta pregunta. Somos los de Q’uo.

(Canaliza Gary)

Somos los que conocéis como el principio de Q’uo, y agradecemos a este círculo el sacrificio de tiempo para reunirnos con el propósito de la búsqueda y del servicio a los demás. Y damos gracias y nos alegramos por la armonía inherente a este círculo en los lazos de amistad, hermandad y fraternidad que se han ido forjando a lo largo del tiempo.

Vamos a continuar nuestra exploración sobre la dinámica del buscador de tercera densidad que se encuentra en este aprieto tan común, como podríais llamarlo, de puntos de vista aparentemente irreconciliables, en el que ambas partes se frustran mutuamente por mantener puntos de vista aparentemente opuestos.

A esta mezcla se añade el otro ingrediente identificado por el que pregunta, y es el hecho de que una de las partes, al menos desde la perspectiva del que pregunta, actúa con hostilidad hacia la otra, o con aparente mala voluntad o negatividad o deseo de dañar de alguna manera. Este deseo parece estar alimentado por, o basarse en relatos sobre uno mismo, sobre la relación, sobre la experiencia compartida que difieren entre sí de tal manera que, sea cual sea la energía que se gaste, parecería que no se pudieran tender puentes para salvar este abismo de perspectivas. O peor aún, que no perdurase en el tiempo.

Así pues, estos dos aspectos del Creador, en sus respectivos disfraces encarnados, se sitúan en los extremos opuestos de lo que parecería ser un abismo de perspectiva infranqueable. Pero incluso dentro de esa perspectiva, todavía existe el vínculo de la relación. Sigue existiendo aquello que mantiene a estas entidades atrapadas, podría decirse, en esta danza. Y hay un deseo de libertad, de desahogo y liberación, de que la entidad no necesite permanecer tan atenazada por esta dinámica de relación y el dolor asociado que produce aflicción, ansiedad, o una incertidumbre agobiante. Hay un deseo de sanación, un deseo de estar en paz.

Pero en esta dinámica en particular, y entre una variedad infinita de dinámicas de este tipo, una de las partes no ha asumido este mismo compromiso de estar en paz, de sanarse, de reconciliar las perspectivas—[se hallan] encadenados a aquello que está propiciando su aprendizaje, que responde a algún malentendido más profundo sobre sí mismos, a algún desajuste más profundo que, desde la perspectiva encarnada, parece imposibilitar su capacidad de estar en paz y, por tanto, de compartir la paz con los demás.

Porque, amigos míos, como ya sabéis, sólo podéis dar a los demás aquello que tengáis para dar, que es aquello que sois. Quien ha sanado esas heridas internas, quien ha abordado esas energías fragmentarias dentro de sí mismo y ha hecho el trabajo de integrarlas en la totalidad del ser, en la confianza en el Creador, quien ha aprendido a encontrar amor en los momentos difíciles y oscuros—esa persona está en paz consigo misma y puede ofrecer eso a los demás y a las relaciones.

Aquellos con problemas, digamos, más profundos en su ser—incluso hasta el punto de decir [de ellos que] tienen profundas fisuras o escisiones dentro de sí mismos que permanecen ocultas a sus mentes conscientes, pero que luchan y se baten en su interior—pueden ofrecer esto mismo en relación a los demás, ofreciendo a los demás un espejo mediante el catalizador que suscitan. Y a ellos, a su vez, se les devuelve el espejo de su propio estado de ser, de aquellas áreas en las que se les pide que trabajen sobre sí mismos, si es que son capaces de contemplar el espejo como lo que es, es decir, un reflejo de sí mismos.

Pero la capacidad de las entidades de tercera densidad para utilizar el catalizador es variable. Algunos pueden y quieren mirarse en ese espejo, y reconocer que es un espejo que refleja hacia uno mismo los frutos de su trabajo interior. Otros, en cambio, no perciben ningún espejo, sino que lo proyectan hacia el exterior, asignando a entidades externas el carácter causal de su propia realidad o de su realidad interior, viendo a los demás como la causa de su propia situación y sin reconocer que lo que están viendo en el otro yo es una proyección externa de su propia condición.

Y hay algunos cuya miseria, digamos, es tal que [dada su] incapacidad para abordar y sanar esa miseria, de encontrar alivio y consuelo, la descargan hacia fuera, hacia los demás, por una razón u otra. Algunos desean que el otro sufra junto a ellos; algunos sienten que el otro es la razón por la que ellos se sienten miserables.

En cualquier caso, sea cual fuere la configuración de pensamiento, hay una incapacidad para tomar el testigo de la responsabilidad sobre lo que uno ha creado. Hay una inconsciencia en el interior del yo por la que el yo experimenta, como usuario final, por así decirlo, los coletazos de la fenomenología de la experiencia de estar en guerra dentro del yo, sin comprender la responsabilidad del yo a un nivel más profundo como generador de ese estado, ni la capacidad del yo de remontarse a ello para llevar a cabo el trabajo en la consciencia y sanar.

Y por ello, ofrecen el catalizador del daño incluso a aquellos a los que quizás, en lo más profundo de su corazón, amen y estén unidos por un servicio compartido, por las circunstancias o por lo que podría llamarse un contrato del alma, ofreciendo así difíciles lecciones a la entidad orientada positivamente que está orientada hacia la inclusividad, acogiendo a todos en su corazón, amando incondicionalmente aunque sea de un modo imperfecto.

¿Qué hace un ser que busca operar desde un corazón abierto sensible y compasivo hacia el sufrimiento de los demás, pero que, sin embargo, está sufriendo él mismo de forma incesante en contacto con esta otra parte que ofrece daño? Amigos míos, podemos señalar, ofreciendo principios espirituales, que éste es el trabajo del equilibrio entre el amor y la sabiduría. Cada equilibrio es único para cada entidad, dependiendo de aquello sobre lo que desee trabajar dentro de esta encarnación. Pero podemos decir, a grandes rasgos, que el amor, no compensado con la sabiduría, tiene dificultades para establecer límites.

Al carecer de la visión clara o del discernimiento de la sabiduría, y manteniendo una actitud que desea aliviar a los demás de su sufrimiento, el amor desprovisto de sabiduría puede consumirse por sí solo; puede dejar las fronteras, digamos, del yo, del sistema energético, demasiado abiertas de tal manera que esas energías podrían ser utilizadas, podrían ser explotadas; o el yo, siguiendo sus propias elecciones, podría entregarse a los demás hasta el punto de la desaparición y del agotamiento y, en última instancia, hasta el camino del mártir que pone fin a la encarnación.

La sabiduría, inspirada por el amor, puede albergar amor por uno mismo y por el otro que causa daño, reconociendo a cada uno como el Creador, pero viendo que ese otro, aunque comparta la misma identidad raíz en la unidad, se adentra en un viaje que sólo él puede recorrer por sí mismo. La sabiduría comienza reconociendo que uno no puede aprender por el otro, no puede ponerse en su piel. Uno sólo puede ofrecer un catalizador con la esperanza de que el otro acepte la mano tendida para servir a los demás, pero debe tomar tal decisión por sí mismo. No se puede obligar al otro a aceptar esa mano, ni a ver lo que uno ve.

Así que cuando hay equilibrio—es decir, equilibrio entre amor y sabiduría—la entidad de tercera densidad puede discernir dónde puede ser apropiado y saludable para la preservación del yo y de su viaje de aprendizaje, trazar límites claramente demarcados, haciendo saber al otro yo que en el fondo no se le rechaza ni se le juzga ni se le condena por ser menos Creador, menos sagrado que él, pero que su actual repertorio de conductas y elecciones y formas de relacionarse tienen un impacto sobre el yo y son dañinas y perjudiciales. Y así, es por amor al yo, que es el Creador, un yo que tiene un servicio que ofrecer, que el yo debe, tal vez incluso con pesar, pero sin embargo compasivamente, trazar esos límites y crear una distancia aparente, podría decirse; incluso en algunos casos cortando la relación por completo, al menos externamente, y aprendiendo a liberarse de esos lazos y ataduras y marañas interiores que mantienen al yo encadenado, digamos, a esta dinámica.

No se trata de dejar tirado al otro en la cuneta de la vida. Porque, una vez más, el sentido de la sabiduría es que el otro yo es el responsable del otro yo. Ellos y sólo ellos pueden ser responsables de sí mismos. Es simplemente declarar quién y qué es el yo, y que el yo es un ser que tiene plena libertad de permanecer en la luz, de canalizar esa luz, de servir a los demás con amor y con el corazón abierto. Y que pueden hacerlo más libremente y con mayor integridad y plenitud sin drenar su energía, incluso interiormente, a ese catalizador agotador. Desean ser capaces de habitar su espacio del alma más plenamente y pueden hacerlo con mayor integridad liberándose de estas ataduras, y estando decididos a no servir más al yo y a su propio bienestar.

Es un proceso intrincado y bastante difícil, amigos míos. No existe una fórmula universal. Sólo compartimos con vosotros principios que podéis interpretar libremente y aplicarlos a las circunstancias absolutamente únicas de vuestro propio viaje.

En este momento, quisiéramos preguntar si hay una pregunta de continuación o una nueva pregunta. Somos los de Q’uo.

Muchas gracias. No hay continuación en este momento con respecto a esa pregunta, pero tengo otra diferente. ¿Cuál es el rol de un errante—venir al planeta para traer más luz, o para ayudar o proveer asistencia, o para servir a los demás—cuando el libre albedrío de todos siempre se expresa de cualquier manera y “todo está bien”? ¿Qué sentido tiene? ¿Qué sentido tiene si ya todo está bien y sucede como debería?

Somos los de Q’uo, y te damos las gracias, hermana mía. Porque al examinarlo, nos damos cuenta de que nosotros también estamos de acuerdo en que, a la luz del hecho de que todo está bien, ¿por qué dedicar esfuerzos al servicio de los demás o a compartir la luz? Así pues, en este momento podríamos dar por concluido este contacto al entender que nuestros esfuerzos estarían mejor empleados en otra cosa, comenta este instrumento con una risita.

Se trata de una cuestión válida y profunda que debemos considerar, ya que profundiza en la naturaleza misma del libre albedrío y en esa interacción dinámica entre los muchos y el Uno, el libre albedrío encarnado y el libre albedrío preencarnacional, la paradoja aparente de que haya algo que hacer, algo que desarrollar, algo que alcanzar cuando, entretanto y durante todo ese tiempo, todo ha sido perfecto, íntegro y completo. Se trata de la dinámica de la ilusión y de la perfección de la infinidad inteligente indiferenciada.

Hermana mía, éste es un juego al que todos jugamos simultáneamente, esforzándonos por servir, por aprender, por descubrir, mientras que nos vamos dando cuenta cada vez más de que—hagamos lo que hagamos, tomemos, a nuestro parecer, una elección acertada o equivocada—no hay errores. Uno puede conjugar estas dos perspectivas aprendiendo a liberarse del miedo y la ansiedad sobre el resultado y el futuro sabiendo que no se pueden cometer errores; que el Creador es y se experimentará a Sí mismo; que, por imperfectas que parezcan las cosas en su apariencia, por debajo y de verdad, para siempre y por siempre, las cosas son, digamos, perfectas. Todas las cosas son el Uno.

Esta comprensión tan profunda le otorga a uno libertad, incluso mayor libertad para actuar sobre el terreno, podría decirse; para experimentar la actuación que tú, hermana mía, y nosotros mismos, y cualquiera que lea nuestras palabras buscábamos llevar a cabo.

Nosotros, como un único ser con voz de alcance universal, queríamos crear una obra de teatro, una obra de teatro del olvido, una obra de teatro de luces y sombras, una obra de teatro de la multiplicidad, para así poder olvidar. Y para que pudiéramos encontrar el camino de vuelta al Uno a través de un larguísimo viaje de crecimiento, de ciclos continuos de nacimiento y muerte, de movimiento y viaje, de euforia y angustia, de revelación y aflicción, etc.

En cuanto al hecho de que el errante venga a un mundo de entidades, cada una de ellas bajo la soberanía de su propio libre albedrío, ejerciéndolo de manera bien fundamentada o no: el errante está en el planeta en virtud de su libre albedrío. Ha sido invitado y llamado a este mundo debido a la necesidad y la llamada de los que habitan en la superficie, los que se mueven en la tercera densidad—aunque puede que no sepan a nivel consciente que lo hacen en sus oraciones, en sus peticiones de ayuda, en su confusión y dolor y sufrimiento que pide una atenuación, un alivio, o que buscan comprender de alguna manera.

Estos son los llamamientos que emanan de vuestro planeta, que reciben aquellos que pueden oír y responder a la llamada y [que] deciden hacer un gran sacrificio, podría decirse; como los de Ra lo han descrito, un sacrificio de valentía/insensatez, para olvidarse de todo y entrar y nacer en este contexto para poder operar en respuesta a esa llamada, de acuerdo con esa llamada; que puedan aportar los talentos que tengan a cualquier nivel, ya sea conduciendo un taxi, haciendo películas, ejerciendo de políticos o cambiando pañales. Pero sobre todo, pueden aportar su estado vibracional, su corazón abierto y su mirada de amor, su ser en definitiva, a fin de atender las necesidades del planeta y aligerar la vibración planetaria.

En este momento, vamos a transferir nuestro contacto a la conocida como Trisha, con agradecimiento por estas preguntas, hermana mía. Somos los que conocéis como Q’uo.

(Canaliza Trisha)

Somos los de Q’uo, y estamos de nuevo con este instrumento. Apreciamos las preguntas que nos habéis planteado, y nos gustaría preguntar si el que formula las preguntas prefiere que hablemos más sobre la pregunta anterior o que hablemos sobre una nueva en este momento. Somos los de Q’uo.

Tengo otra pregunta sobre la que me gustaría oír vuestra opinión en este momento. ¿ Podríais hablar de cómo podría uno reconocer el sello, la impronta de su propia sabiduría interior, de su propio yo superior, de su propia intuición, y cómo podría reconocerla en contraposición al ego a la hora de tomar decisiones?

Somos los de Q’uo, y estamos al tanto y agradecidos por esta consulta, hermana mía. Creemos que esta pregunta en particular es muy importante, no sólo para la entidad de tercera densidad en general sobre este planeta, sino también para los de este círculo y dentro de vuestro círculo de amigos y familiares. Tal vez cada uno de vosotros haya pasado por momentos, o pasará por momentos, en los que tendrá que intentar descifrar lo que es su propia intuición, la guía de su yo superior, y desafiarla contra su ego, contra su mente de primate, por así decirlo. La impronta energética de la propia sabiduría interior es algo que quizás, en esta ilusión tan velada, sea difícil de desligar del movimiento siempre fluyente del proceso de pensamiento. Pero nosotros confirmaríamos que hay una impronta energética separada y distinta para lo que constituye la guía interior.

Definir cómo puede presentarse esa impronta energética para nosotros supone un reto, ya que puede presentarse de forma diferente para cada entidad. Pero intentaremos al menos hablar de las formas en que puede manifestarse. En última instancia, será el buscador individual quien lo sabrá.

Al examinar este instrumento en particular, observamos que la guía interior se presenta de formas que pueden considerarse mágicas y magnéticas. Que la chispa de la intuición es la que empuja a la entidad en la dirección—o al menos lo parece—hacia un mayor sentido del conocimiento y el bienestar. Se presenta, tal vez mágicamente, dentro de este instrumento en particular ya que puede mostrarse en momentos de crisis o confusión. Y que tal como aparece a la mirada interior del instrumento, hay un saber. Saber que se trata de algo más profundo. Que esto es algo que le quita el disfraz al ego. Que esto es energía, energía que no está influida quizás por el contexto individual, el yo superior dándose a conocer de formas que son poderosas y aparentemente claves para la experiencia de la entidad.

Y así, una vez más, éstas son simplemente formas en las que este instrumento en particular ha experimentado la intuición, la guía, la sabiduría interior. Dicho esto, la intuición puede percibirse como algo que los habitantes de este planeta llaman una corazonada. Algo que continúa mostrándose y que quizás sea difícil de ignorar. Eso queda sencillamente en el fuero interno de cada cual y aboga con fuerza, por así decirlo, por algo que parece estar más allá de uno mismo. Puede verse como lo que llamáis un momento de lucidez, un momento instantáneo de claridad.

Puede verse como una verdad largamente sostenida que, con el tiempo, se vuelve más clara y más asimilable o más obvia dentro de la experiencia cotidiana. Y puesto que esta sabiduría interior puede tomar muchos sabores, puede tomar muchos colores, puede tomar muchas expresiones, podríamos sugerir que el instrumento, que la entidad, que el yo que desea conocer, que desea canalizar a este yo superior, que dedique expresamente tiempo a cultivar una relación con esa sabiduría interior, con esa impronta energética.

Esto puede hacerse de varias maneras. Sin embargo, sugerimos que la forma más básica sea a través de la práctica de la meditación. Y en ese espacio de silencio intencional, que la entidad pida muy explícitamente que se le haga la presentación, la invitación, el apretón de manos con el yo superior; que la entidad pida que el yo superior se le presente. Y luego que la entidad se pida a sí misma abrir su corazón a esa experiencia, abrir sus ojos, sus oídos, su mente, y simplemente presenciar y aceptar con amor lo que aparezca ante ella.

Uno puede encontrarse con que en dicha práctica hay un reto. Tal vez el primer intento sea algo que pueda verse como un fracaso. Tal vez después de completar el ejercicio, la entidad tenga la sensación de que no se ha logrado nada, que no se ha obtenido nueva información ni se han establecido nuevas conexiones. Sin embargo, no estamos de acuerdo con eso y afirmamos que la mera intención establece de forma inherente esa conexión, que [tu] yo superior escucha esa llamada, que tu sabiduría interior percibe la apertura de ese canal. Y mediante la práctica constante, el yo puede limpiar las telarañas de ese conducto, quitar el polvo, la mugre y la suciedad, de modo que se elimine el estorbo de la duda sobre uno mismo y del emitir juicios, y el movimiento fluyente del yo superior, de esta sabiduría interior, de esta impronta energética, pueda abrirse paso más plena y claramente.

Y así, continuando con la práctica, como siempre con mucha paciencia y con mucho perdón, esta relación se fortalece. Quizás [incluso] en los momentos en los que se sienta como si nada surgiera de esta práctica. Porque la lección aquí versa sobre la aceptación, sobre perdonarse a uno mismo. Quizás sea la forma en la que el yo superior se presente a sí mismo con las herramientas para continuar relacionándose con él, y que al vivir la experiencia de amar más plenamente al yo, el yo superior pueda tener un pase más fácil para hacerse más reconocible.

Y mediante esta práctica para establecer esta relación, el yo superior se dará a conocer. Se mostrará de un modo único para cada individuo, de un modo que será palpable—corregimos a este instrumento—, que será palatable, que será discernible, que será poderoso, que será claro, y de un modo que sabrás que lo es. Teniendo fe en esa experiencia, el ego puede caerse, y el nexo entre el yo superior y el yo se hace más fluyente, más fácil de recorrer. 2

Y así, amiga mía, volvemos a sugerir la práctica de la meditación, de pedir orientación expresamente, de pedir que se fortalezca esta relación y de pedir que el yo superior se muestre. Y luego sugerimos que el yo se abra para recibir lo que sea que venga, no sólo durante la práctica meditativa intencional, sino también en la ronda diaria de actividades. Tal vez en un ejercicio donde miramos el mundo desde una nueva perspectiva, el yo superior se presente en una forma que antes no habíamos visto, pero que, en retrospectiva, siempre estuvo presente.

Porque esto es muy cierto, aunque puede que no siempre quede claro, y puede que a menudo sea difícil de descifrar: la intuición es un derecho de nacimiento, y es una compañera constante en tu viaje. Uno tan sólo necesita abrirse en un abrazo amoroso, compasivo y de brazos abiertos a esa sabiduría y confiar en la pureza de esa conexión.

Este instrumento se siente como si tal vez hubiera hablado demasiado sobre sus propias experiencias y pide disculpas. Y a través de este instrumento, también deseamos agradecer a cada uno de los presentes esta oportunidad de conectar, no sólo con nuestro contacto, sino también entre nosotros. Como mencionó el instrumento anterior, hay una armonía aquí y un apoyo que resulta hermoso al presenciarlo, y poderoso en su expresión. Este círculo, entre muchos otros, brilla con una luz que puede verse en los cielos tal como los veis.

Agradecemos esta oportunidad de sentarnos con vosotros, de compartir energía. Agradecemos a los instrumentos por este breve ejercicio y contacto. Agradecemos a la que pregunta por su dedicación de tiempo y energía. Agradecemos a los amigos de segunda densidad de este hogar por su amorosa, alegre e ilimitada cantidad de emociones. Y finalmente, agradecemos a toda, a toda la creación por este bendito, hermoso y muy, muy variado entramado de experiencias.

En este momento, vamos a despedirnos de este instrumento y de este grupo, dando mil gracias y elogiando a todos los presentes y al Creador Uno e Infinito. Somos los de Q’uo, y os damos las gracias. Adonai, amigos míos, adonai vasu borragus.


  1. En el evento Coming Home to a New Earth en Filadelfia, los que conocemos como Trisha y Gary canalizarían por primera vez sin Jim ni Austin. Nerviosos, le preguntaron a su amiga y estudiante de la Ley del Uno, Stephanie, si podría servir como una tercera persona necesaria para establecer contacto universal y formular preguntas para Q’uo con el fin de tener una ronda de práctica antes de la reunión. El momento de su visita, justo un par de semanas antes del encuentro, fue perfecto. Gary & Trisha acababan de pasar un par de semanas cuidando a la nueva perrita de Stephanie, Luna, de ocho meses (¡y muy movida!). 

  2. Aunque “palpable” parece la palabra más adecuada, “palatable” también es interesante en este contexto, ya se defina como “agradable o aceptable para la mente” o, creativamente, “agradable al paladar o al gusto”.